jueves, 8 de abril de 2010






De la mano de las Vidrieras-instalaciones, locales-galerías de arte, nuevos espacios, nace un nuevo espectador, no necesariamente categorizado según su ojo crítico, común, snob o absolutista. Más bien, se caracteriza por su estado, se encuentra en un momento de construcción de imagen e identidad personal, de búsqueda de la belleza propia o ajena. Y está en un contexto propicio para la compra, que le propone variables, sugiere estereotipos, impone estilos. Dispuesto a probar y probarse, intervenir, interactuar, permitiendo el juego entre su cuerpo y un nuevo objeto. De paso o de paseo, en plena composición se encuentra con una obra de arte, una instalación que lo toma de sorpresa, o no.

Es que la moda y las instalaciones de arte comparten varias características. Ambas dependen del espacio, el contexto y la manera en que los objetos o personas interactúan con ellas. Es imposible repetirlas en su totalidad, se pueden recrear, pero nunca será la misma. Son efímeras y tienen fecha de vencimiento. Se exhiben por un tiempo determinado y luego se desmontan, quedando sólo documentos para confirmar su existencia.

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